sábado, 4 de abril de 2009

Diario de una novela: las cartas de «Al este del Edén»

John Steinbeck
Traducción: Eva Monzón
Bartleby Editores 2009

Mientras preparaba la que sería una de sus últimas novelas, Steinbeck ejercitaba la mano y el intelecto de una forma muy curiosa: escribía una larga carta a modo de diario a su amigo y editor.

En ella podemos encontrar una mezcla de géneros bastante interesante: un diario, una novela, una biografía, un ensayo literario… Steinbeck nos deleita con hermosas y muy personales reflexiones sobre la literatura y el arte de escribir y también sobre detalles aparentemente menos trascendentales relacionados con ello, como por ejemplo, qué tipos de lápices usar o cómo acondicionar la mesa para estar más cómodo. Comentarios impregnados de la ternura y la inocencia de un Steinbeck niño que bien pueden ser las preocupaciones del Steinbeck adulto, fácilmente extrapolables a cualquier escritor, por otro lado.

Se propone tomarse todo el tiempo del mundo para escribir esta novela que lleva rondándole la cabeza desde hace bastante. No quiere ir con prisas, quiere saborearla a cada paso; quiere dedicársela a sus hijos, el legado del Steinbeck padre; y quizá por eso la moldea con delicadeza y sumo cuidado. Al mismo tiempo, sin apenas darse cuenta, está creando un ensayo muy intimista sobre la literatura, que a su vez será el legado del Steinbeck escritor para sus lectores.

El oficio o el arte de escribir es el torpe intento de encontrar símbolos para lo que no se puede expresar con palabras. En una soledad absoluta, un escritor intenta explicar lo inexplicable. (Pág. 17)

Es muy fácil sumergirse y sucumbir ante su belleza, deleitarnos con su contundente delicadeza. Steinbeck nos transporta con su novela a un lugar muy especial para él, el valle de Salinas; y con su diario, a un momento de su vida, el de la creación.

La habilidad de este autor no es sólo el haber creado una compleja y elaborada novela que como él menciona en varias ocasiones «se va creando a sí misma», lo verdaderamente sorprendente es que sus reflexiones literarias y su plan de trabajo diario son de por sí una novela. No es necesario haber leído Al este del Edén para poder disfrutar del proceso de su creación; no es indispensable conocer a los Hamilton y a los Trask en su propio contexto puesto que ya aquí son personajes y se convierten casi en personas para entremezclarse con los «personajes» reales de la vida del propio Steinbeck.

Otra cualidad de esta novela, que la hace más universal, es que el proceso por el que el autor pasa cada día en la composición de la misma se puede aplicar a cualquier proceso creativo, ya sea pintar un cuadro, componer una melodía o traducir un libro. En casi todos los ámbitos artísticos, el autor necesita su espacio, su propia habitación (Una habitación propia, ya lo decía Virginia Woolf…), un lugar donde se sienta cómodo y relajado para poder concentrarse; necesita el material adecuado a sus necesidades en cada momento y necesita asumir que unos días van a ser más productivos que otros…